El camino se adentraba en el bosque, llevando a Sir Galaheart hacia las profundas sombras allí imperantes. De repente sonó una voz desde la oscuridad: “Hijo mío, has vuelto al imperio de Torot, a descubrir sus secretos ocultos, a buscar su sagrada Piedra de Fuego y llevarla de nuevo al dragón para guardarla en su nicho”.
Galaheart templó al recordar cómo la Reina Malvada había puesto una maldición sobre el reino, causando apariciones de fuego y fantasmas. Sólo soltaría la Piedra de Juego si recibía a cambio los cuatro hechizos de la juventud eterna. Galaheart cayó de rodillas, abatido por el terror. “No temas”, dijo la voz, “la respuesta se encuentra dentro del reino. Usa las piedras preciosas encantadas y no me falles”. |